Hoy ha sido de esos días raros en los que cocinas de más. Bueno... cocinar, cocinar, lo que se dice cocinar... no mucho. Pero cuando nos hemos sentado a la mesa, para comer, yo tenía listo una ensalada capresse, una de lechuguilla aliñada, unos huevos roto con jamón, unos pimientos de padrón, queso Gouda y un vino francés y en el horno estaban asandose unos pimientos rojos con los que haré la ensalada de pimiento y atún tan rica y refrescante.
Con lo mal que comen mis hijos, todo esto ha sido una pasada. A ellos les había preparado Hot Dog, porque ya me conozco el sainete al que me tienen acostumbrada. "Jo mamá, luego dices que no tienes tiempo" o " ¿en serio hay que comerse todo eso?" O el más famoso todavía: " no me gusta el huevo".
Lo del vino ha sido lo mejor. No entiendo de vino, ni me gusta el tinto ( porque me da ardor). Pero algún entendido de los que me rodean me dijo alguna vez que si en Aldi ( el súper normal en el que crompro) hay vino con premios, de esos que se presentan a concurso y tienen puntuación alta, compra, compra, que es bueno.
Y eso he hecho.
Si, estaba bueno, me he puesto esa colpita y el resto... pues lo beberé cuando me toque comer- sigo en ayuno- y si no me apetece... pues para cocinar, que siempre uso uno bueno cuando hago guisos.
¿Y por qué me ha pasado esto? Pues eso me pregunto yo... creo que es porque #laniñadelosgansos me ha traído esta hermosa cabeza de lechuga y me he venido arriba. Me he sentido de pronto invadida por el espíritu de la vida slow, esa que se vive a ratos, cuando una es consciente y de pronto disfrutas haciendo lo mismo de todos los días. A veces pasa. Pocas, la verdad.
#madresquelodantodoymas
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