2 jul 2018

La mudanza

Esto es un espanto!!! Se me pasa el tiempo volando y sigo sin terminar mis objetivos de medio año, ¡Ay, madre!

Os cuento que nos hemos mudado de casa. Lo hemos hecho nosotros solos, con nuestras manitas, y casi no lo contamos de puro agotamiento. No sé cuantos viajes se ha hecho mi santo esposo, cuántas cajas habré hecho y deshecho y cuantas partículas de polvo habré quitado en estos últimos 15 días, lo que si os puedo decir es que cada vez que veo por la carretera un amasijo de ropa, un zapato... desacelero, y me fijo bien, porque estoy convencida de que algo nuestro aparecerá algún día en una cuneta.
Aún no he echado de menos ninguna prenda, pero tengo la sospecha de que algo he perdido, porque en alguno de los viajes vi una caja abierta y el vestido de mi pedida de mano llegaba como de resaca, creo que había hecho de bandera y estaba todo mustio sobre el camión descapotado que nos dejaron, se agarraba por los pelos de una esquinita de la caja de PVC que lo contenía hasta que la tapa de la misma decidió salir volando.

Ya casi estamos terminando de instalarnos y casi todas las cajas y muebles están en su sitio, más o menos limpios y ordenados ( habrá que dar otra vuelta a los ácaros cuando termine el verano o las vacaciones , al menos). Sólo quedan cajas de mi querida y preadolescente hija que se niega a tirar cosas y no hay quien le haga entrar en razón. Lo que no sabe es que yo tuve una escuela muy dura y  cualquier día hago como mis mayores, arremeto con todo y se lo tiro a la basura, seguro que no lo hecha de menos jamás.
 
Los niños están felices, ( sus dormitorios aún no están terminados, pero lo estarán) porque disfrutan muchísimo de la casa, de su estanque reconvertido en mini piscina de chapuzones, del jardín y de sus padres, que estamos tan contentos que queremos disfrutarla a tope ( eso sí, en los ratos en los que no estamos colgando un cuadro o una lámpara)

Anécdotas tengo miles, ya os las iré contando a medida que vaya teniendo tiempo libre para sentarme a escribir.