Hoy he animado en el momento de los deberes a Jaime. Le tocaba colorear
los resultados de unas sumas. El hacía la suma, me decia el color y yo
empezaba a colorear el cuadradito, el terminaba.
Mientras, yo iba
sacando punta a los lápices y puesto que de todos los que tiene solo
necesitaba 6, hemos arreglado el estuche entero.
A mi eso de mirar el estuche o revisar la mochila es algo que temo hacer. Porque no sé qué me puedo encontrar.
Hay
veces que puedo llegar a sacar 18 bolitas de papel de aluminio y otras
en las que si toco blandito, pego un grito y el dueño aparece a mi lado
para socorrerme.
No sé distinguir en la oscuridad entre un
sandwich y un ratón y las dos cosas puedo encontrarlas en las mochilas.
Uno por olvido y la otra porque si se cuela alguno en casa - os
recuerdo que vivimos en la campiña alemana( como dice mi amiga
Cristina)- seguro que va directo a las mochilas, esos lugares llenos de
manjares revenidos.
Sea como sea, a mi me da asquito. Por mucho que les explique... no logro que las arreglen solos.