6 jul 2020

Confesiones de una madre aburrida

Look de domingo de tenis.
#mehagofotosparanoolvidar 
Deberia estar pendiente de la final que juega él, #elmejormaridoypadredemishijoslotengoyo , pero tengo esa extraña sensación de que cuando miro, presto atención y cuento puntos, los pierde. Así que prefiero contaros esas #confesionesdeunamadreaburrida  que me asaltan a cada rato.

Confieso que acabo de empezar otra dieta, otro estilo, un ayuno de esos. Llevo una semana y yo me lo noto. Eso es fundamental para seguir motivada.

Confieso que tengo pavor a quedarme viuda. Puede pasar. Hoy me he enterado de que falleció el marido de una conocida, casi me da algo. Pavor. 

Confieso que soy de las que se divierte con su marido, a solas o acompañada. Conozco gente que se aburre soberanamente, un día descubren que no tienen nada en común, se vuelven total fit y se ponen  guapos y fin de la historia. 
En relación a lo anterior... el running es el nuevo deportivo rojo de la crisis de los 40, para ambos sexos.

A veces veo los puntos del tenis y mi él me hace un gesto de triunfo, sutil, pero esclarecedor.  Y sigo con mis confesiones. 

Llovizna. Como en el verano del norte. Suficiente para  molestar, sin que sirva para nada más.

Cuando te pasas en la cocina


Hoy ha sido de esos días raros en los que  cocinas de más. Bueno... cocinar, cocinar, lo que se dice cocinar... no mucho. Pero cuando nos hemos sentado a la mesa, para comer, yo tenía listo una ensalada capresse, una de lechuguilla aliñada, unos huevos roto con jamón, unos pimientos de padrón, queso Gouda y un vino francés y en el horno estaban asandose unos pimientos rojos con los que haré la ensalada de pimiento y atún tan rica y refrescante.

Con lo mal que comen mis hijos, todo esto ha sido una pasada.  A ellos les había preparado Hot Dog, porque ya me conozco el sainete al que me tienen acostumbrada. "Jo mamá, luego dices que no tienes tiempo" o " ¿en serio hay que comerse todo eso?" O el más famoso todavía: " no me gusta el huevo".

Lo del vino ha sido lo mejor. No entiendo de vino, ni me gusta el tinto ( porque me da ardor). Pero algún entendido de los que me rodean me dijo alguna vez que si en Aldi ( el súper normal en el que crompro) hay vino con premios, de esos que se presentan a concurso y tienen puntuación alta, compra, compra, que es bueno. 
Y eso he hecho. 
Si, estaba bueno, me he puesto esa colpita y el resto... pues lo beberé cuando me toque comer- sigo en ayuno- y si no me apetece... pues para cocinar, que siempre uso uno bueno cuando hago guisos. 

¿Y por qué me ha pasado esto? Pues eso me pregunto yo... creo que es porque #laniñadelosgansos me ha traído esta hermosa cabeza de lechuga y me he venido arriba. Me he sentido de pronto  invadida por el espíritu  de la vida slow,  esa que se vive a ratos, cuando una es consciente y de pronto disfrutas haciendo lo mismo de todos los días. A veces pasa. Pocas, la verdad.
#madresquelodantodoymas

4 jul 2020

Los pinquis

#mehagofotosparanoolvidar 
Recuerdo que cuando era pequeña mi madre siempre me pareceía elegantísima. Más tarde, a medida que las dos cumplíamos años, fui cambiando mi standard. Seguía siendo elegante- hoy me parece una de las mujeres más elegantes de mi planeta, hasta en traje de baño- pero usaba cosas que bajaban el starndard a cero: los pinquis. 
Nunca entendí esa prenda. Tampoco entendí nunca la ropa interior beis, las fajas, los playtex espantosos y las ligas de abuela. 
Hoy, con muchos años las dos, entiendo la mayoría de prendas. 

Me he convertido en una amante de los pinquis, de la ropa color beis o nude, como dicen ahora, esa que disimula las trasparencias y que muchas usamos por comodidad y estética, aunque nuestro maridos piensen que es un arma antilujuria, que estamos más cerca de nuestras abuelas que de la joven de la que se enamoraron, que no digo que no lo sea, pero no es su uso principal. 

Hoy llevo pinquis y voy de rosa nude, por dentro y por fuera, salimos a cenar a @20Grad en Dusseldorf, un Mallorquin riquísimo y seguimos de vacaciones.  Mi edad se acerca a la de mi madre, cuando era elegantísima y yo no veía que el beis invadía su armario. Mis hijos me ven hoy espectacular, algo corta , y  no han reparado en mis pinquis, tan útiles, tan de abuela.