15 feb 2020

2 CM


Antes de que el rey Felipe VI lo fuera y tuviera de llavero a Letizia, yo fui tambien el llavero de un chico, ya señor, que medía casi dos metros y era guapísimo.
Desde entonces no me he bajado de los tacones, siempre han poblado mi armario y ,aunque ahora el que me regala flores no es tan altísimo, sigo llevándolos , aunque de una altura más discreta y mucho más sensata. Ya no paso de los 5 cm, a lo sumo 8, y si pienso en más, me duelen los pies.
Sigo resistiéndome a deshacerme de ellos. Muchos son esculturas preciosas, hechos a mano, firmados por españoles de alicante, mallorca... Los conservo como la que conserva cada pedazo de papelito, servilleta, entrada de cine, lazo... que ha ido coleccionando a lo largo de una relación de amor. Cada par de mi armario me llevan a una noche de fiesta, a un día apasionante, a una época que recuerdo con muchísimo cariño y siempre me saca una sonrisa.
Hoy, ya pasados los 40- mare de Deu!- vivo, como muchos sabeis, entre el pueblo y la campiña, entre la cuidad moderna y la imperial, en medio de Europa, en tierra de vikingos, rodeada de vacas y ocas. Y aquí mis tacones sobran. Pero me resisto a ir bajita, plana, en zapatillas o botines de campo. Que lejos de estilizar me hacen sentir aún más bajita y rechoncheta.
Aqui las mujeres son altas, altisimas y yo me siento a veces como
Zarkosy al lado de la Bruni, fea no, bajita. O como Aznar, bajito, pero en forma. Y por eso he decidido asumir su secreto como mio. Hacer lopropio y agenciarme unas alzas de 2 cm que me han devuelto la alegría de ir al campo estilizada dejando mis tacones en la estantería ad hoc del armario.
Con qué poquito uno se vuelve tan feliz. ¡Tan sólo 2 cm de diferencia!