22 feb 2013

Pagan justos por pecadores

Estas fotos que tenéis abajo son la razón por la cual no dejo teléfonos ni Ipad. Siempre me encuentro fotos misteriosas que me llenan la memoria de mis aparatos y tengo que andar borrando. Cómo las hacen, no lo sé, lo que sé es que la artista es Isabel. Y como pasa siempre: pagan justos por pecadores. Siempre. Menos ayer.

Ayer llegó Álvaro de viaje, fuimos a buscarle al aeropuerto todos, es era el plan de la tarde. El camino de ida lo hicimos bien, el de vuelta... no se lo deseo a nadie. Atasco, petición de agua constante, parada de la policía, nervios de una madre al volante que sonríe sin malicia al poli de turno... Por fin llegamos a casa.

La hora santa cuando está papá es un espanto, porque andan alborotados, ninguno quiere entrar en el baño... en fin, ¡para qué contaros!

A medida que iban saliendo limpios y relucientes del baño, con sus pijamitas, listos para comérselos, iban llegando al dormitorio principal y subiéndose a la cama, donde yo estaba tumbada intentando inspirarme para escribiros y su padre estaba en la misma posición viendo algún programa de la tele del tipo "El precio de la historia". Saltaban, jugaban... salían del cuarto y se disfrazaban. Todo por llamar la atención de su padre.

En un momento Alvaro se disfrazó de vaquero, con el cinturón y la pistola, y Jaime hizo lo mismo. Estaba graciosísimo, fruncía el ceño, gruñía como los malos y miraba de reojo buscando su víctima. Yo le decía "no, Jaime, a mamá no se la mata!!" y me daba una palmada como perdonándome la vida.

En un segundo algo pasó y esa escena idílica se esfumó por arte de magia. A Álvaro se le cayó la pistola en el pie, parecía que se moría del dolor. La pistola es de las de antes, de las que hacen daño si te dan un golpe y de las que disparan esos petarditos rojos- que no sé si se siguen fabricando o ya están prohibidos- y se puso a llorar- de dolor y de cansancio- la escena era cómica. Cuando se calmó me dijo: "Mamá , ¿sabes qué hacen las mamás buenas cuando sus hijos se hacen daño, mucho daño, en un pie? Les dejan su teléfono con juegos". En ese momento creí que me moría de la risa, y hasta por arte de magia se secaron sus lágrimas y él comenzó a reír.









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