Lavadas las manos, ultimo los detalles y comienzo a servir los platos de todos. Isabel bendice, Jaime en ocasiones también. Después a Alvarillo le da un calambre en la lengua y ya no deja de hablar.
"Sabes papá que hoy fuimos al mercado, que Jaime me ha pegado, que han robado en casa de los abuelos, y menos mal que no se han llevado la ropa interior, porque yo pensaba que dormían desnudos, y además, papá, Jaime no fue al colé, mamá dijo que empezaríamos todos a la vez, así que, qué suerte tenemos, eh? Qué suerte! Y Papá sabes? Podrías enseñar a mamá a poner la Wii y así podríamos jugar y hoy vamos en bici, eh? Tienes que volver al trabajo? ".... Hace un parón para beber agua y cualquiera aprovecha para hacer un comentario o cambiar el monólogo pero resulta inútil, veloz y a toda pastilla, sigue Alvarillo monopolizando la conversación.
Cuando terminan, algunos días dan las gracias, otros, se levantan a jugar o pintar o simplemente descansar.
En ese ratito corto aprovechamos mi buenesposo y yo a tomarnos una café y hablar un poco. Antes de que los besos y abrazos se reproduzcan como las esporas porque tiene que volver al trabajo.
Después, cada uno a lo suyo, yo a terminar mis cosas, los niños a jugar y pelearse. Y por fin, todos en paz.
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