12 jul 2012

La casa de Los López

Con la Paciencia llena y después de una magnífica cena con las que siempre serán mis queridas vecinas de Madrid.
De camino a casa pensaba en el blog, en contaros y enseñarnos los bonitos sobres que Isabel ha hecho para su padre. Son una sorpresa y si os lo enseño ahora, al otro lado del charco también lo verán y dejarán de serlo. Así que si se tercia, os lo enseñaré más adelante.

Hoy no ha sido un día especial, ha sido simplemente un gran día, como muchos otros. Pero ayer... Ayer los niños lo pasaron pipa.

Por la mañana se vinieron de compras conmigo y de premio les cayó un pequeño unicornio, de esos que se venden en tiendas múltiples, en sobres rosas y que son más cursis que nada.

Por la tarde fuimos a casa de los López. El plan no era muy distinto al que cada tarde tienen en casa de sus abuelos, pero tanta chiquillería junta, en una piscina fácil - hacían pie en gran parte de ella- y un helado mas grande que cualquiera de mis hijos es el paraíso en la tierra para cualquier niño.
Nada más entrar encontraron un saloncito con vistas encantador y repleto de juguetes, papeles y pegatinas, Isabel- que se fija en todo- exclamó, "qué casa más chula,es preciosa".
Álvaro en cambio fijó sus ojos en un equipo de herramientas. A los dos les hacían chiribitas los ojos con tantas novedades ajenas.

Bajamos a la súper piscina y, aunque les costó meterse solitos, en cuanto lo hicieron, no quisieron salir.
Jaime, algo pesadito ayer tarde, al final se despegó de mis piernas y acabó jugando con Elena, una de las López, y una moto, después de comerse un helado mas grande que él. Qué planazo!!
Ninguno quería irse cuando llegó el momento. Ni siquiera Jaime, que en el último momento también descubrió las herramientas y no había manera de despegarle de la mesa de madera con agujeritos y martillos colgados.

Esta mañana y todo el día de hoy han estado preguntando si podían volver a casa de los López, léase el paraíso, y la respuesta ha sido siempre la misma, "ahora les toca a ellos venir aquí, a pasarlo igual de bien que vosotros en su casa".

Por la tarde, con la llegada de Lupita, la casa de los abuelos se ha convertido de nuevo en un paraíso para los niños.

Moraleja, cualquier modificación en la rutina de verano, por pequeña que sea, ( un cambio de piscina, la visita de los primos, un súper helado o un paseo en bici, asistir a un cumpleaños, saltar los aspersores o dibujar en el jardín) es capaz de convertir el mismo plan en un paraíso terrenal para los niños. Barato, verdad?



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