23 ene 2015

Carta a los niños

Queridos niños hoy es 23 de enero, cumpleaños de vuestra prima Beatriz. Lo cierto es que desde la última vez que escribí el blog- se puede decir que fue el año pasado- habéis tenido muchas anécdotas de esas que os gustara recordar. 
Estuvieron los abuelos en noviembre, que días mas buenos y que cantidad de planes hicimos con ellos, comprobaron que aquí estamos la mar de bien! Y cuando se fueron... Echasteis de menos que no fueran a buscaros al colegio, ya sabéis lo malo es que lo bueno se acaba. Lo bueno, que lo malo también! 
Pasó el cumpleaños de Jaime, y lo celebramos con amigos en el Mc Donalds en casa jugasteis hasta hartaros y después... Después seguisteis disfrutando mucho, porque a los pocos días llegaron mis amigas, cargadas de regalos para todos, vinieron a celebrar el cumpleaños de papá  y así hicimos, entre picoteos y Gin Tonics lo pasamos muy bien. 
Alvarillo, creo que en esos días te enamoraste de María, es un sol, pero algo mayor cita para ti! Cuando se fue te quedaste con una pena terrible, qué lástima! Decías que cómo ibas a recordarla, que cómo iba a recordarte ella a ti... Ves, todo se pasa y seguro que ahora, si lees esto, estas todo colorado y no recuerdas nada o tal vez sí. 
Este año pasamos Navidad en Madrid, en casa de la abuela Isabel y de pronto, uno de los días de fiesta, llamaron a la puerta. Junto a una carta estaba el pequeño Caster, vuestro perro, al que cuidáis muy bien, pero también volvéis loco! Os mordisquea, lo toreáis con la toalla y le enseñáis con mucha paciencia a hacer sus cosas fuera de casa y cuando algo se le escapa gritáis como una alarma ¡pis, pis, aquí hay un pis!
Volvimos de Madrid antes de que acabarán las fiestas y con nosotros vinieron los abuelos, las tías, los tíos y las primas. Y hasta nos dio tiempo a pasar la tarde con Sandra y Oliver, siempre estarán anclados a nuestra vida en Barranquilla. 
Engañamos a los tíos en todas las excursiones que hicimos, para nosotros todo esta a media hora! Aunque en realidad Monschau, ese pueblo encantador, refugiado entre montañas está a una hora y algo. Estaba cubierto de nieve, lo cual hacia que fuera aún más precioso y espectacular. 
Os dais cuenta de que lo hemos visto ya en cuatro estaciones y siempre esta bonito? Lo descubrimos en una retrasada primavera,  con los Puche paseamos en el final del verano, con los tíos Isabel y David en otoño y con los abuelos y la marabunta- porque esos días fuimos una marabunta- en invierno.
Eso si, Düsseldorf está a media hora y Colonia a otra media, ahí sí, no mentimos. Lo cierto es que a todos les gusto más Düsseldorf, tal vez porque es una ciudad más moderna y cosmopolita que Colonia cuyo centro, sin dejar de ser encantador, hace que sea más un pueblo grande, porque está... No sé, todo más condensado. 
Desde qué llegamos en abril vuestro alemán se ha incrementado muchísimo, tanto que ya no me da miedo que vengan vuestros amigos a casa, ahora ya, cuando vienen, vosotros podéis entenderles a la perfección. 
Creo que, poco a poco, yo voy estando más tranquila y organizo mejor el tiempo para disfrutar de vosotros, eso sí, haceros comprender las cosas cotidianas y las de valor me agota, pero no más que a cualquier otra persona. 
Este próximo lunes comienzo mi colé. Y ahí estáis los tres dándome ánimos cada día para que no me ponga nerviosa... Bueno, ahora no lo estoy, pero seguro que en algún momento me llegan esos nervios. 
Y así ha pasado el tiempo, sin darnos cuenta se nos han esfumado los días, pero los hemos disfrutado y vosotros, los que más. 


La foto: payasetes para comer con el sombrero colombiano.

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