18 ago 2014

Vacaciones...

No se sí os comente que Jaime comenzó las vacaciones con amigdalitis, bueno, pues poco más de un mes las termina igual. Estoy empezando a estar un poco falta de paciencia con tanta negociociacion para que se tome el dichoso antibiótico! De verdad que sí. Creo que si me dedicara a eso de las negociaciones, en plan profesional, acabaría amenazando al cliente igual que hago con Jaime cuando veo que a los 30 minutos de empezar sigue en sus trece:" Jaime o por las buenas o por las malas..."

Hemos pasado toda la familia una semana en la playa, lo que viene siendo el paraíso de los niños y del buen padre, pero lejos de ser el mío, yo aguanto poco el calor, no me gusta meterme en el mar- prefiero una piscina con vistas al ídem-y me pone de los nervios sentir que me paso el día llena de arena y sal. No sé, no lo puedo remediar. Me gusta mojarme los pies, caminar y a donde voy, no se puede dar un paseo tranquila porque siempre hay demasiadas personas en la orilla interrumpiendo el camino. Yo sería de esas señoras que recorrerían España entera caminando su costa, pero como veraneo en Mallorca y las playas no son tan largas y están atestadas de niños alemanes, también españoles, haciendo castillos, miedo me da pisar uno en un tropezón y tener que apaciguar los ánimos de los teutones veraneantes que se parecen a los cangrejos de Bob Esponja. 
El caso es que a pesar de los pesares, lo hemos pasado bien, y eso que este año, esta semana particularmente, no ha hecho el mejor de los climas, ni hemos tenido la mejor de las playas;calorazo, mar bravo, medusas, algas, dos días de lluvia... Pero aún así hemos sido capaces de disfrutar, desconectar y lo más importante, volver a veranear! 

Hacia tres años que no estábamos de veraneo. Claro, hemos vivido casi los dos últimos en un eterno verano, así que eso de hacer una maleta ligera, comprar toallas para la playa-volamos con esas compañías de bajo coste-quenolosontanto-, llenarnos de tablas, gafas, mini equipos de snorkel, cargar con una bolsa llena de todo eso y pisar una arena que no es que queme, es que arde bajo tus pies, alquilar un pedaló, salir a pasear con los niños a descubrir las cuevas de los viejos piratas que querían invadir la isla... se nos había olvidado por completo. Trasnochar, salir a cenar con primos, amigos y con los propios hijos... Vivir unos días ajenos a horarios, quehaceres y demás rutinas , se nos ha hecho delicioso. 

Otro cantar es esperar estar estupenda en la playa cuando tienes hijos pequeños, vas cargada como una mula y sientes como tu cuerpo se hincha día a día porque la retención es brutal y la evacuación escasa, una semana a mi no me da para estar guapa, comprobado. Así que ni por fuera, ni por dentro, porque mi mal humor ha venido conmigo. Y todo porque los hábitos fisiológicos se pierden en cuanto deja de haber confianza, rutina, y un lugar inspirador. He dicho.

Lo malo es que todo se acaba. Así que ya estamos de vuelta, con el vaquero puesto, la manta a los pies y la chaquetita en los hombros porque en casa, más que agosto, parece octubre, y lo cierto es que, desde aquí, el invierno se divisa eterno... Pero al menos, ya estoy de mejor humor, mi tripa desaparece paulatinamente y los hábitos vuelven a su ritmo.

Ea! A seguir disfrutando de las vacaciones. 



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