3 mar 2012

Secretos de belleza

Estamos solitas en casa y ayer tuvimos tarde de chicas. Isabel se la pasó dibujando, haciendo deberes y contándome confidencias.

Después tocaban baños, con lavados de cabeza incluidos. ¡Qué pesadita puede ser una niña amorosa!
Cuatro años, CUATRO, llevo lavándole la cabeza y pocas han sido las veces que hemos tenido un momento así en paz. Sin llantos, sin gritos. ¿Cuándo dejará de llorar por esto?

Jaime está en casa con nosotras (aún le admitimos en el equipo de las chicas, como es pequeño...). Ni una lágrima oiga, ni media. Él, cuando llora, lo hace porque no quiere salir del baño y dejar de chapotear con el agua.

Promesas, explicaciones y por fin un premio: si dejas de llorar te pinto las uñas y nos las despintamos cuando vayamos al cole. Mano de santo, señora. No hay niña que se resista a una buena laca de uñas, y si es rosa fuerte mejor.

Tan contenta. Ha dormido toda la noche con las manos cogiditas, como si fueran un tesoro. Y nada más abrir un ojo se las ha mirado, me ha sonreído y me ha dado un gran abrazo: ¡qué bonitas, mamá, qué bonitas!

- Ale, a desayunar, que nos tenemos que vestir para ir a ver a los abuelos, las tías y a las primas. ¡Y les voy a enseñar mis uñas!, eso, aunque las uñas se ven perfectamente.

2 comentarios:

  1. Buenooooo
    ¡¡qué recuerdos!!
    tu impecable manicura ;) ...

    Muchos Besos
    Ana

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  2. En esta ocasión son las manos de mi hija. Y estan pintadas porque es una plasta! Mi impecable manicura... ay! mi impecable manicura .... jeje Gracias Ana

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